HOY TE CONTAMOS… LA PRIMERA CERVEZA

La cerveza está muy extendida por el norte de Europa, ya desde comienzos de la era cristiana. Pero lo que no es tan conocido es que también en la Península se ha fabricado cerveza desde tiempos inmemoriales.

Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Barcelona, coordinado por José Luis Maya, profesor de prehistoria e Historia Antigua de la Universidad de Barcelona, ha descubierto que también la cerveza es patrimonio peninsular. Según estas investigaciones, los restos más antiguos se han encontrado en el modesto poblado de Genó, que estuvo situado en lo que es ahora el pueblo de Aitona, en la provincia de Lérida. Allí trabajó entre 1976 y 1985 el Seminario de Estudios e Investigaciones Prehistóricas, que dirige Juan Luis Maya. Posteriormente, el especialista en Arqueología de la Alimentación Jorge Juan Tresserras estudió los sedimentos de cerveza, a los que finalmente se ha otorgado una datación de 1100-1000 a.C.

Se trata de los restos más antiguos de Europa, casi 500 años antes de que los alemanes comenzasen las primeras elaboraciones. Nadie sabe a ciencia cierta como fue descubierta la cerveza, pero el ser humano lleva elaborándola por lo menos desde hace 10.000 años. Se han encontrado evidencias de cerveza en casi todas las civilizaciones antiguas: Egipto, China, Babilonia.

Alrededor de 7.000 años a.C. los sumerios ya conocían la técnica de preparación de la cerveza. La bebida fermentada que preparaban estaba hecha de trigo y erner, un cereal de tipo primario. Y 4.000 años a.C., los babilonios ya disponían de veinte clases distintas de cerveza, siendo la variedad negra, elaborada con cebada, una de las más populares. La antigua nobleza egipcia era sepultada con cerveza a su lado para llevarla en su viaje al otro mundo. A pesar de que los romanos consideraban la cerveza «alimento de bárbaros», Hipócrates recomendaba a los médicos del Egeo que recetaran esta bebida por tratarse de «un calmante suave que apaga la sed, facilita la dicción, y fortalece el corazón y las encías».

En Europa, la primitiva fabricación de la cerveza se debe a los cistercienses. La Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia es una orden monástica católica, cuyos miembros son popularmente conocidos como trapenses. Tiene sus orígenes en 1098, en el monasterio Cisterciense de La Trappe, Francia. Durante los siglos XII y XIII estos monjes construyeron en toda Europa monasterios con cervecerías que eran auténticas industrias cerveceras. La abadía San Sixto en Westvleteren, Bélgica, fue fundada en el año 1831 por monjes trapenses provenientes del monasterio Mont des Cats, al otro lado de la frontera francesa.  Esta abadía se ha hecho famosa por producir una de las mejores cervezas del mundo, gracias a una receta que se ha mantenido en secreto por casi 170 años.

La mayor parte de las cervezas se elaboran con cebada malteada a la que se da sabor con lúpulo. Pero en Japón, China y Corea, la cerveza se hace con arroz y recibe el nombre de sake, samshu y suk respectivamente. En África se usan mijo, sorgo y otras semillas, mientras que el kvass ruso se hace con pan de centeno fermentado.

España ha tenido siempre un carácter predominantemente vinícola, pero en el siglo XVI ya existían varios maestros cerveceros que instalaron las primeras fábricas de cerveza, primero en Madrid y después en Santander.

Hasta la Revolución Industrial, en el siglo XIX, la cerveza fué un producto de temporada, ya que no se sabía conservar y con el calor perdía toda su fuerza. A partir de descubrirse métodos de conservación mediante el frío, podemos disfrutarla todo el año.

La cerveza es un producto de carácter noble que debe tratarse con respeto y el ritual que merece. Cada tipo de cerveza requiere una temperatura apropiada a su sabor -no todas las cervezas se toman frías- y sobre todo un vaso o copa idónea que permita mantener y apreciar todo su aroma.

 

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